Los árboles rumorean que ya no paseas por allí.
He buscado una buena sombra y me he tumbado en una preciosa hamaca.
Con un poco de luz consigo inventar un relato a menudo compuesto por miedo y falta de cohesión,
probando la realidad y la ficción.
(lo pinto con ilusión, a veces)
En realidad la ficción es vida.
Conozco un camino que empieza o acaba en una puerta,
al girar la llave son los insectos quienes me invitan a su casa. Los paseos duran muchos muchos días y las abejas deciden si hay música.
En el fondo del río se sienten violinistas.
(Aguas azules, muy muy adentro)
El aire se respira, y el viento vocifera los chasquidos de las hadas.
(correteando, por los arboles)
Me asomé en un abismo y escuché su grito.
Se mecía mi hamaca una larga noche,
los pájaros me empujaron a seguir por la mañana.
Pero fue para el atardecer que logré volver, después desperté y era anteayer.